Con el feliz reencuentro entre las rehenes que fueron liberadas, Clara Rojas y Consuelo González vda. de Perdomo y su respectivas familias, un tufillo de paz de cierne sobre la atmósfera para la mayoría de la opinión pública.
Es cierto, debemos estar felices por la libertad de estas valientes mujeres que fueron liberadas por las Farc en un gesto de desagravio hacia el presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Sin embargo, pasada la resaca de esta liberación que ha servido para el fortalecimiento de la imagen de Chávez como figura mesiánica, tiene que venir rápidamente la comprensión de que el drama sigue para 750 secuestrados que --algunos desde hace más de diez años en un hecho sin antecedentes en el mundo-- soportan las inclemencias de la selva, el riesgo del fuego cruzado, el maltrato de los captores y por supuesto, la más dolorosa de las carencias: la ausencia de la libertad.
Hay que valorar bastante la liberación de estas dos mujeres, pero también hay que dimensionarla en el contexto de que el daño de las Farc a la sociedad colombiana es incalculable. Me preocupa que algunos respetados analistas de Colombia ven con sospechas todo intento por lograr un acuerdo humanitario y el principal argumento es que las Farc alcanzarían una visibilidad internacional que no le conviene al Gobierno colombiano. Por supuesto, no le conviene, pero más allá de las conveniencias políticas, este drama debe dejar de verse como un enroque en un juego de ajedrez geopolítico y debe entrar a considerarse mucho más el drama humano.
Mientras los analistas se quejan de la notoriedad que ocasionaría una negociación con garantes internacionales, miles de niños y niñas crecen sin conocer a sus padres a los que la selva les arranca la vida.
Con todo y las sospechas que me genera la participación de Hugo Chávez y Piedad Córdoba con sus agendas ocultas, hoy es una alternativa para que más liberaciones puedan darse por parte de las Farc. El grupo guerrillero reconoce a Chávez como un mentor, como un líder natural y a Córdoba como ese enlace indispensable. Hasta tanto no haya más salidas legales y legítimas tendremos que atenernos a ese tipo de gestiones.
¿Comenzará ahora un proceso más serio? Ojalá. Se ve difícil por cuanto la posición de los dos gobiernos es de terquedad, de orgullo. Mientras el gobierno colombiano se anotó un arriesgado gol cuando anunció la ubicación de Emmanuel, hoy le empató el de Venezuela con la exitosa mediación para la liberación de Clara y de Consuelo.
Se necesita que este proceso se replique con mayor simpleza en lo logístico y más secuestrados que sean liberados en cada una de las entregas. Menos orgullo de los gobiernos y más humildad con voluntad política para lograr las liberaciones.
En este artículo plasmé lo que no me gustaba de la 'Operación Emmanuel' y en este otro, la importancia de que no se hable solo de los 'canjeables', sino de todos los secuestrados.
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2 comentarios:
Cuando ud. se pregunta "¿Comenzará ahora un proceso más serio?", yo la verdad que desde lejos veo el ambiente un poco enrarecido. Esta percepción me llevo a escribir un post: http://lcorcino.blogspot.com/2008/01/colombia-chavez-apagara-el-fuego-con.html
quizás no sea como yo lo veo, pero siempre me ha preocupado el pueblo de Colombia.
Gracias Luis por el enlace, pasaremos por allá.
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