Acabo de asistir a una hermosa conferencia del profesor Aquiles Páramo Fonseca, del Departamento de Matemáticas de la Universidad de los Andes. Pero no fui a verlo hablar de porqué el factorial de cero es uno.
A Páramo, la Facultad de Ciencias de esa universidad le confirió el Premio Aldonas Gabriunas a la Docencia Distinguida 2006, un galardón que entrega cada dos años a un maestro memorable. Este año, doy fe, no fue la excepción. Páramo comenzó con la idea que escogí para titular este post: "Me gusta pensar que enseñar es un arte". Y le creo.
Cada vez que 'calculo' al milímetro una clase al final siento que me hubiera ido mejor improvisando. Eso de todas formas no raya con la idea de 'preparar' una clase; dar una clase no es una ciencia, es un arte porque la imprevisibilidad hace parte del juego.
Me fascina la sorpresa, el humor, la audacia. Muchas veces me pregunto "cómo dar mejor una clase" y me la respondo a menudo y vuelvo y desaprendo. No lo sé todavía; no lo sé porque tengo muchas respuestas.
Ya me había hecho una reflexión similar el 15 de mayo cuando se celebra el Día del Maestro y cada vez más sé que sé menos, pero es un reto pensar la educación. Cuando estoy al frente de un grupo de estudiantes me siento enorme de pensar que soy el que les va a dar las primeras puntadas de conocimientos con los que van a convivir toda la vida; otras veces me siento chiquitico por la misma razón. ¿Quién soy para hablarles a ellos de estos temas tan trascendentales?
No siempre logro atraparlos, pero muchas veces (afortunadamente) cuando al final de la sesión he logrado 'seducirlos' con alguna metáfora con la que finalmente pudieron entender un concepto complejo, me voy feliz, con la garganta destrozada, pero con el alma escapándose por el horizonte.
Para algunos habré sido solo un profesor más; para otros el loco que se subió a la mesa y se paró "en una pata" para explicar algo; para otros más, el 'profe cuchilla' que sabía poco de comunicación, pero mucho de comunicar; y para un grupo más, el 'bacán' que enseñó la idea de noticia; "el peladito ese" (muchas veces le he dictado a estudiantes mayores que yo). Quién sabe qué imaginarios alimentan los estudiantes y solo entre sus logias citarán mi clase de quién sabe qué maneras y con qué apodos. Algunos recordarán que los llamaba "mis chinitos", "mis amores", "matachitos", "pimpollos"... y que les hablaba "en plastilina"...
De pronto algunos egresados me recordarán con cariño y otros, los que han perdido conmigo, no tanto. Aunque yo probablemente haya sido corresponsable de sus pequeños fracasos.
Aprovecho para darles las gracias a todos mis ex alumnos por enseñarme tanto. Hay algunas universidades a las que las tengo engañadas: Creen que si no me pagaran yo dejaría de dar la clase. Casi que pago por dar las clases y dictarlas muchas veces me sale más caro económicamente. Pero la enseñanza es para mí un legítimo sacerdocio, un espacio de compartir saberes e ignorancias. Poder concebir así mi oficio no tiene precio y es el resultado de muchas divagaciones en estos años. Espero así poder dejar un día de ser profesor para convertirme en un verdadero maestro.
Hoy, cuando un semestre más acaba, otras generaciones me esperarán en sus aulas con ideas preconcebidas sobre la materia respectiva y sobre mí, todos juntos el primer día del próximo semestre, ese día nos enfrentaremos juntos a la hermosa incertidumbre de la educación.
Feliz año a los pocos 'matachitos' que lidiaron conmigo en estos años y que por alguna razón leyeron esto.
miércoles, diciembre 13, 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
4 comentarios:
Yo no he estado en un aula escuchando y aprendiendo de tus conocimientos, pero he sido muy juiciosa con tus ideas y tus palabras en este gran salon en el que se ha convertido el universo bloggeriano. Gracias por permitirme ser tu visitante, y por poder conversar y comunicarme contigo.
Felicitaciones por ser un gran maestro.
Qué linda, muchas gracias. La verdad es que yo soy el que más aprende de ustedes los lectores, y en especial de ti, que siempre tienes tan buena energía y nos enseñas el buen camino a muchos. Un abrazo.
Mucho tiempo despues de que escribes estas lindas palabras vengo a leerlas. Me siento demasiado orgullosa de haber sido una "polluela", una "matachita" màs. Gracias de corazòn por tus clases. Lo que siempre queda es el placer de saber no solo la teorìa aprendida y transmitida por tì, sino el agradable momeno de sentir que se aprende a travès de una persona tan correcta como tù.
Ahora que me encuentro lejos, aveces sola, aveces triste, aveces feliz, miro mi pasado, y cuando abro el capìtulo de la Universidad, indudablemente te encuentro entre mis episodios màs complacientes.
Abrazos grandes, Jolie
Hola Jolie: Qué lindas palabras las tuyas, me emocioné mucho. Me alegra mucho que esas pocas sesiones en clase sean hoy parte de esos episodios que atesoras.
Un abrazo enorme.
Publicar un comentario